Cuenta la historia que un comerciante
alquilo un asno para transportar su carga, estando en el desierto todavía el
comerciante, el dueño del asno y el propio asno.
El desierto estaba muy
caluroso, y el comerciante se puso a descansar en la sombra del asno, viendo
esto el dueño del asno le quito de un golpe y le dijo que el solo había contratado
para transportar la carga, que si quería su sombra tenía que firmar un nuevo
contrato.
Empezaron a discutir fuertemente, mientras que el asno, harto de los
gritos huyo del desierto.
La moraleja de esta historia nos cuenta
que muchas veces discutimos por cosas que son tonterías, que hablando las cosas
se pueden llegar a acuerdos sin llegar a perder ninguno de los dos.
Pablo Rodríguez Soroeta
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