Son muchos los cuentos infantiles en los que se trata el
machismo, esto puede que no lo veamos a simple vista ya que hemos crecido con
estos cuentos, pero sí abrimos los ojos podemos ver la cantidad de
connotaciones machistas que hay. Por ello, antes de exponer mi cuento
reformado, realizaré un pequeño análisis de los más populares.
Uno de los primeros, el de Blancanieves y los siete enanitos
(1937). La historia trata entorno a una joven que es “acogida” por un grupo de
enanos mineros que le permiten estar en la casa si hace las tareas del hogar,
esto ya hace que se tenga el perjuicio de que las mujeres solo valen para eso
haciendo que aparezcan desprecios hacia ellas como dice Gruñón en una parte
“Mujeres, son peor que un dolor de muelas”. Esto hace que de una manera
indirecta los niños adquieran este comportamiento con las mujeres, sobre todo
en esa época.
Otro cuento que hizo Disney es el de Cenicienta (1950). Como
sabemos la joven vivía con su madrastra y sus tres hermanastras, con esto
podemos ver como el papel de la mujer siempre suele ser el de “mala” pues nunca
hay un padrastro o un brujo. Además, en este cuento podemos ver cómo el
objetivo principal de la mujer era aportar un hijo a un hombre y ser ama de
casa, lo que ellos decían “una buena mujer”.
Aladdín (1992), uno de mis preferidos y en el cual creía que
no había tanto machismo, sí que lo hay pues podemos ver cómo los hombres
intentan guiar la vida de Yasmín a pesar de que ella quiere ser libre (no estar
encerrada en palacio, por eso se escapa) y quiere casarse por amor, no por
conveniencia, además cuando ella se niega a hacerlo el padre le dice: “Quiero
asegurarme de que alguien se ocupe de ti, alguien que te proteja”. ¿Una mujer no puede cuidarse por sí misma?
Por último, uno de los intentos de Disney para romper con
los esquemas es Mulán (1999). Aquí se plasma la sociedad en ese momento de
China, pues se dice que la mujer es inferior al hombre y que por ello no vale
nada y no puede hacer lo mismo que el hombre, sin embargo, Mulán va en contra de
la sociedad y se hace pasar por un hombre, pero no lo tiene fácil.
En resumen, todos estos cuentos o películas tienen su parte
machista por mucho que intenten cambiarlo con el paso del tiempo. Y esto puede
hacer que las niñas adquieran el llamado «Síndrome de la princesa» algo que es bastante común en la sociedad
pues en todos los ámbitos (educativo, de ocio…) se dividen “las cosas de niños”
y “las cosas de niñas”.
En mi opinión, todo
esto debería de cambiar y debemos hacerlo desde abajo, desde la educación pues
si educamos a los niños y niñas sin prejuicios y estereotipos conseguiremos dar
la vuelta a estas cuestiones de género. Y por mi parte quiero aportar mi
granito de arena reescribiendo Rapunzel,
un cuento de hadas de la colección de los Hermanos Grimm.
Había una
vez una joven pareja que anhelaban tener un hijo. Vivían en un pueblecito donde
toda la gente que habitaba en el era humilde y bondadosa, excepto un anciano
cascarrabias que vivía justo al lado de ellos y que todo el pueblo decía que
tenía poderes mágicos.
Llegó el día
tan esperado, iban a tener un bebé y esto les produjo mucha felicidad. El
futuro padre estaba muy ilusionado y decidió que deberían celebrarlo. Él era
muy testarudo y cuando quería algo lo ansiaba con muchas ganas hasta que lo
conseguía, quería comer los rapónchigos que plantaba su vecino. La mujer
intentó quitarle la idea de la cabeza pero no lo conseguía, el hombre no comía,
ni dormía por lo que la mujer debería salvarle pues sino perecería tarde o
temprano.
Decidió
salir por la noche en busca de aquellos cogollos. Cuando lo estaba haciendo el
anciano la sorprendió gritando: "¡Robando mis hortalizas! ¡Esto te va a
costar caro! ¿No sabes que puedo castigarte de una manera terrible?". La
mujer suplicaba: "Oh, señor, tenga usted piedad!". La mujer le contó
que su marido deseaba tomar una buena ensalada para celebrar que iban a tener
un bebé.
El anciano escuchó atentamente lo que la mujer le decía y luego contestó: "Bien, bien, vecina. Con que vais a tener un hijo, ¿eh? Te voy a proponer un trato: yo dejaré que cojas de mi huerta tantos rapónchigos como tu marido quiera comer y tú me darás a tu hijo en cuanto nazca." Sin embargo, la mujer estaba tan asustada que aceptó el trato. Y así fue, nunca le faltaron rapónchingos a su marido, pero sí un hijo.
El anciano escuchó atentamente lo que la mujer le decía y luego contestó: "Bien, bien, vecina. Con que vais a tener un hijo, ¿eh? Te voy a proponer un trato: yo dejaré que cojas de mi huerta tantos rapónchigos como tu marido quiera comer y tú me darás a tu hijo en cuanto nazca." Sin embargo, la mujer estaba tan asustada que aceptó el trato. Y así fue, nunca le faltaron rapónchingos a su marido, pero sí un hijo.
Le puso por
nombre Rapunzel, que quiere decir rapónchigo. La cuidó durante muchos años y le
dio una esmerada educación. Cuando Rapunzel cumplió doce años se había
convertido en una bellísima jovencita. Para que nadie pudiera alejarla de su
lado, el anciano se la llevó a un bosque espesísimo. Construyó allí una torre
muy alta que no tenía puerta ni escalera; solamente tenía una ventanita en la
parte más alta. Y allí encerró a la muchacha.
Pasaban los
años y el único pasatiempo de Rapunzel eran los libros, se refugiaba en ellos,
imaginaba su vida de muchas formas y aprendía millones de cosas. Lo que más le
gustaba eran las ciencias y hacía muchos experimentos con artefactos que le
aportaba el anciano.
Cuando la
muchacha cumplió dieciocho años logró descubrir teorías que hasta la fecha no
estaban reconocidas. Era todo un cerebrito, un gran aporte para la humanidad y
estaba siendo desperdiciado en aquella torre.
Cierto día,
decidió salir de ese lugar por su propia cuenta pues sabía que nadie iba a
rescatarla, ella no necesitaba a nadie pues con su astucia conseguiría salir. Y
así lo hizo, elaboro una escalera con el agua que disponía, hizo que cambiase
de estado, solidificando el agua.
Salió al
mundo exterior y expuso a todo el mundo el conocimiento que había adquirido en
aquella torre. Conoció a un hombre que era un científico del cual se enamoró y
tuvo una niña. Todo era felicidad hasta que a su marido le diagnosticaron una
enfermedad de la que no había cura, pero recordando lo que aprendió en su
infancia en aquella torre recordó un experimento que hizo para casos como el
suyo. Probó con su marido y le curó. Sus conocimientos hicieron que ella
pudiera salvar a su marido, sin necesidad de poderes, hechizos o la fuerza.
FIN
Con este cuento he querido hacer ver varias cosas. La primera es que “las
malas” no siempre deben ser mujeres y especialmente brujas. Otra cosa que
quería hacer ver es que en el cuento de Rapunzel el marido es el que roba los rapónchigos
porque su mujer tiene antojo al estar embarazada y esta parte me pareció mal
pues si la mujer quiere algo debería ir ella no el marido, sin embargo, en esta
parte he cambiado los papeles para hacer ver que los hombres también se pueden
quedar en casa y que el trabajo lo haga la mujer. Por último, he suprimido al príncipe
del cuento porque no me parece bien que siempre aparezca uno que debe salvar a
la dama en apuros y por ello he hecho que Rapunzel se salve a sí misma y que
posteriormente lo haga con su marido.
Realizado por: Raquel Segovia Ibáñez
No hay comentarios:
Publicar un comentario