En esta ocasión el día 29 de enero tratamos el tema de la literatura como modo de prevenir e intervenir en los posibles casos de bullying o acoso escolar que se puedan presentar en el entorno de la escuela tanto desde la perspectiva de un docente como la de un alumno que, generalmente, ocupe el rol de espectador o víctima en el bullying.
Como actividad se nos propone el crear una breve historia o relato con la que podamos introducir este tema en clase, y aquí va el mío:
"Abre los ojos Jaime"
La historia que vamos a contar tuvo lugar hace relativamente poco en un cole, uno cualquiera, como el nuestro con sus clases, profesores y alumnos felices que jugaban todos juntos en el patio del recreo pero, concretamente, todo sucedió en la clase de 6º B de educación primaria, la clase de la seño Lourdes.
Era una clase normal y corriente, con sus niños listos y menos listos, niños altos y bajitos, niños buenos y traviesos, gorditos y delgados... Niños y niñas muy diferentes que se llevaban bastante bien entre ellos.
En esta clase había un niño que era igual y diferente al resto a la vez, Víctor se llamaba, era un niño moreno y de ojos claros, bastante listo y muy educado, le encantaba estar con sus amigos en el recreo y saltar a la comba con las chicas en educación física. Víctor era como los demás en todos los aspectos, pero le gustaban algunas cosas de chicas y él mismo lo había reconocido varias veces (le gustaba las muñecas, dibujos de niñas...) pero esto no le importaba a sus amigos pues le conocían de toda la vida y sabían que no importaba si le gustaban los niños o las niñas porque Víctor era un amigo muy bueno con el que pasaban mucho tiempo día a día y se querían mutuamente.
La situación dio un giro inesperado cuando, a mediados de octubre, la señorita Lourdes entró en clase con un chico bajo el brazo y dijo "Buenos días clase, este es vuestro nuevo compañero, se llama Jaime y se acaba de cambiar de colegio, espero que le acojáis debidamente".
Todos los alumnos sonrieron a Jaime y le saludaron, Jaime se sentó junto al resto de chicos en la parte trasera de la clase.
El chico nuevo era bastante majo aparentemente, era alto, de pelo negro y bastante fuerte, además jugaba muy bien al fútbol por lo que se ganó una posición entre el grupo de los chicos rápidamente. Y fue así, jugando, como empezó el problema: En la clase de educación física del señor Rodríguez, había siempre 15 minutos de juego libre al final de la clase y, como sucedía habitualmente, Víctor fue a jugar a la comba con las niñas mientras que los chicos, entre ellos Jaime, organizaban los equipos de fútbol.
Jaime vio a Víctor saltando con las niñas mientras cantaban "Pareja con pareja no puede ser, lo que haga el hombre lo repite la mujer" y gritó: "¡Entre vosotros hombres no hay! ¿Qué hace un niño saltando a la comba? ¡Mariquita!"
Víctor le ignoró y siguió jugando con normalidad, esto enfureció a Jaime, quien fue hacia Víctor y le propinó un empujón haciendo que se enredara con la comba y cayera al suelo y empezando así una pelea en la que los dos se enzarzaron.
Una de las amigas de Víctor, Helena, fue corriendo a avisar al señor Rodríguez de la pelea a la sala de materiales mientras Pedro, otro compañero, se metió en medio de la pelea intentando separar a Jaime y Víctor, pero no podía con Jaime.
El señor Rodríguez llegó inmediatamente con la señorita Lourdes y separaron a los niños de inmediato pero Víctor ya tenía un ojo a la virulé, tan rojo como un tomate. La seño mandó a Helena a la enfermería a por hielo para Víctor y preguntó a Jaime qué había sucedido a lo que el niño contestó "¡Vamos! Todos le habéis visto saltando a la comba, es un marica" a lo que Tomás, otro niño, contestó "Y tú eres un salvaje". La señorita les mandó callar y se llevó a Jaime al despacho del director.
Jaime se fue expulsado a su casa durante dos días y con una buena reprimenda por parte de sus padres, pero esto no le hizo sentir verdaderamente mal.
Dos días después, cuando volvió a clase encontró a los niños jugando a la comba y a las niñas jugando al fútbol en el recreo y se quedó perplejo, no sabía qué hacer, no quería jugar a la comba pero tampoco quería jugar con las niñas. La señorita Lourdes se acercó por detrás y le puso la mano en le hombro y le dijo "¿Ves, Jaime? Es todo normal y corriente. Las niñas pueden jugar al fútbol, los niños saltar a la comba... Y viceversa, porque juguemos a lo que juguemos o nos guste lo que nos guste, todos somos iguales ¿Entiendes? Abre los ojos Jaime, por favor, respeta si quieres que te respeten"
Jaime asintió con los ojos vidriosos y se disculpó con con Víctor, con quien empezó a jugar en el patio como un amigo más.
FIN.
Iván Jesús Silva Gutiérrez.
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