Para mí, son evidentes los tintes
machistas que existen en los cuentos infantiles. Por regla general hay dos
elementos principales que no varían: el rol de la mujer y los cánones de
belleza.
El rol de la mujer es diferente
dependiendo del papel que tenga en el cuento. La protagonista, en la mayoría de
las ocasiones una princesa (o futura princesa), es una víctima por las
circunstancias que tiene en su vida. Se muestra como una pobre chica indefensa
y perdida que necesita de la ayuda de un hombre, el príncipe para poder
sobrepasar los obstáculos con los que se encuentra y vivir felizmente, ya que,
la felicidad de la princesa pasa por casarse y tener hijos. Por otro lado,
tenemos el rol de madrastra o bruja, mujer que generalmente por envidia realiza
un papel de controladora, ambiciosa y calculadora, teniendo a su marido, su
hijastra, súbdito o cualquier otro personaje sometido. Y sí, en la mayoría de
los casos este papel de mala recae en una mujer.
Respecto al canon de belleza, los
personajes considerados “buenos” o héroes son vistos como guapos y atractivos,
con una personalidad encantadora, por lo que en este caso, se asocia lo feo, raro
o distinto a lo malo. Este es otro estereotipo que de manera indirecta se
transmite a través de la literatura infantil, el estigma del diferente.
Mi pregunta es ¿hasta qué punto
la literatura infantil que muestra estos roles de la mujer es educativa?
Es cierto que los cuentos
infantiles son un recurso fantástico para mostrar y educar en muchos aspectos. Se
transmiten mensajes positivos pero también transmitimos mensajes negativos, por
ello, es fundamental el criterio que sigamos a la hora de elegir lecturas para
nuestros futuros alumnos.

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