A raíz del próximo debate que nos
queda por hacer a nuestro grupo, he encontrado un artículo que me parece
interesante comentar.
- “Cuando los que pegan son los propios hijos”
El artículo nos habla sobre un
problema que va en aumento, el maltrato de hijos a padres. Recoge algunos
ejemplos reales y reúne ideas principales que nos vendrá muy bien en nuestra
futura profesión.
La familia como institución
social debe cumplir una serie de funciones con los que forman parte de ella. Se
deben cubrir ante todo unas necesidades básicas, entre ellas trabajar unos
valores con los hijos, clarificar unas normas y principios, todo ello ligado a
muchas otras funciones que tiene la familia, como la afectiva, de apoyo… El
artículo nos deja claro que cuando la familia no cumple con sus funciones
aparecen una serie de problemas, por ejemplo, llevar a los niños a no tener
conciencia a la hora de hacer daño o infringir dolor a los miembros de su
propia familia. La misión de los hijos pasa a ser mandar y salirse con la suya
recurriendo a una violencia física y psicológica, sin importar el sufrimiento
que ocasionen.
Cuando estas funciones no se han
llevado a cabo es porque hay una serie de características que han sido
inexistentes, como se explica en el texto: la asignación de roles, apego afectivo,
falta de aprendizaje… En estos casos son los hijos los que se encargan de que
estos roles que delimitarían la jerarquía desaparezcan, para que así ellos
puedan imponer su propia conducta violenta sin que haya una autoridad por
encima de ellos. Por lo tanto, deja de existir un control, unas normas que
regulen los comportamientos e impongan disciplina. Así, estos niños aprenden a
que gracias a estas conductas violentas consiguen todo lo que se proponen.
Todo esto genera una falta de
autoridad en los padres, dando lugar a que los hijos tomen el mando y se
conviertan en dominantes, terminando en muchos casos siendo los padres los que
solicitan que se les quite la patria potestad de sus hijos, al ver que ya la
situación es insostenible, aunque en muchas ocasiones se muestran reticentes
puesto que al solicitarla se asume en parte el fracaso en la educación de sus
propios hijos.
En este caso, pienso que la
literatura puede concienciar y actuar de manera preventiva y no únicamente de
cara al maltrato entre iguales, es decir, entre compañeros, sino el maltrato
hacia cualquier ser humano o ser vivo.

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